Fred Newman
La terapia social no se parece en nada ala terapia tradicional y, al mismo tiempo, es muy parecida a ésta. La gente viene a nosotros buscando ayuda emocional, que es, por supuesto, por lo cual también van a otros terapeutas. Si un terapeuta -cualquiera- es afectuoso y sensible, como lo son muchos, las personas se conmueven y responden, ellas decidirán ir con el terapeuta aun sabiendo muy poco acerca de lo que es terapia. Lo que es bueno acerca de la terapia es que le llega a las personas y las conmueve de una manera humana y piadosa. La terapia tradicional es menos exitosa, en mi opinión, en relación con el hacia dónde se dirige. Lo que es interesante y especialmente valioso acerca de la terapia social es a donde viajamos con la gente.
La terapia social acompaña a la gente en un viaje. Pero no a un destino particular donde todo el mundo supuestamente debe llegar:funcionamiento elevado, recuperación o vivir felizmente para siempre. Más bien, las personas que hacen el viaje de la terapia social aprenden a ir en un continuo e ilimitado viaje de deconstrucción y reconstruccion retando las presunciones fundamentales y los roles de la cultura de consumo, mientras que reorganizan y crean sus vidas emocionales en forma diferente.
Debido a su participación en este proceso, la persona no se convierte en un nuevo individuo. Adquiere una nueva herramienta. Verdaderamente es una nueva clase de herramienta. Se convierte en alguien capaz de construir nuevos ambientes donde se producen nuevas emociones.
Ayudamos a la gente a convertirse en constructores, hacedores, creadores de sus vidas, especialmente de sus vidas emocionales. Este es un proceso continuo, vitalicio, sin final ni conclusión y con ningún otro propósito que vivir una vida mejor. Podría decirse que le enseñamos a la gente a construir ambientes vitales que les permitan crear mejores ambientes vitales que a su vez les permitan construir atun más y mejores ambientes de vida. Hemos encontrado que es esa actividad creativa de construcción -no la obtención del insight-lo que produce desarrollo y crecimiento emocional.
Algunas personas permanecen en la terapia social por dos sesiones, algunas por dos meses, otras por dos anos, algunas otras por dosdecadas. En terapia socialla gente crea su propia psicologia y su propia terapia social; las decisiones tan variadas acerca de cómo hacerlo inc1uyen cuánto tiempo les toma. Algunas personas vienen por un período de tiempo muy corto, por ayuda inmediata. Otros la convierten en una parte de sus vidas a largo plazo. No pienso que una manera es mejor que la otra. Quiero contarles algunas
1 Este artículo fue publicado originalmente en el libro “¡Vamos a Desarrollarnos!, Una guía para el crecimiento personalcontinuo”, escrito por el autor en colaboración con Phyllis Goldberg y publicado en la editorial Castillo International en Nueva York.
historias de gente común que continuamente crea terapia social aun cuando nace de ella.
Claramente recuerdo una sesión de terapia muy conmovedora con Janice hace mucho tiempo cuando comenzábamos. Esto fue hace casi 20 años. Entonces Janice, de 18 ó 19 años, era muy, muy anti- autoridad. Sin discusión, al inicio, fue abiertamente hostil hacia mí. De tal manera que comencé la sesión preguntándole por qué se relacionaba así conmigo, con tanta desconfianza y rabia. Me contestó francamente. “Usted es mi última oportunidad” dijo esta joven rabiosa y muy infeliz, quien había tenido ya dos colapsos nerviosos. “Si esto no funciona, estoy acabada -estoy muerta”. Y creo que quiso decir “me mataré”. Irónicamente, sentía que tenía que mantenerse alejada, distante de mí porque los riesgos emocionales eran muy grandes. Cuando me dijo aquello, me permitio entender su rabia hacia mí de una manera no trivial, no transferencial.
Detengámosnos un momento para meditar un poco acerca de esta palabra transferencia. En la terapia tradicional freudiana y la terapia influenciada por su teoría, se considera necesario que los pacientes pasen por un estado pralongado durante el cual transfieren sus sentimientos infantiles frente los adultos más importantes de sus vidas hacia el terapeuta, quien puede verlos, analizarlos y, por último, corregirlos. Cualesquiera reacciones o respuestas que el paciente tenga hacia el terapeuta son interpretadas en terminos de transferencia y como evidencia de que la terapia esta funcionando.
Ahora bien, en la cultura de consumo es muy común que la gente se relacione con otras como personas diferentes a quienes realmente son. La gente tiende a verse no como individuos reales y únicos que valen por lo que ellos mismos son, sino más bien como tipos de cosas intercambiables (mercancías) cuyo valor viene determinado por el precio que puedan obtener en el mercado, de acuerdo con el principio de consumo. Asi pues, la terapéutica social no considera a 1a transferencia como una técnica clínica; sino más bien 1a ve como e1 proceso normal que ocurre a todos los que vivimos en 1a alienación normal de 1a cultura del consumo.
A1 decir esto no estoy asumiendo que 1a transferencia estuvo ausente de mi relación terapéutica con Janice; como he dicho, dada 1a naturaleza de 1a cultura del consumo, 1a transferencia está presente en 1a mayoría de nuestras interacciones socia1es, en terapia y fuera de ésta. Debo insistir que ésta es 1a manera como 1a gente típicamente se re1aciona con otros en una cultura acomodaticia hacia el 1ogro. E1 punto es que, en 1a terapia social, ni 1a transferencia ni el análisis de 1a transferencia son el eje de 1a manera como explicamos todas 1as cosas. No asumimos que cuando a1guien está rabioso con otra persona es porque 1a rabia realmente se dirigie hacia un padre que fue indiferente o abusivo diez, veinte o cincuenta años atrás. Y no nos relacionamos con nuestros pacientes sobre 1a base de esta presunción -aun si esto es verdad-. E1 enfoque de 1a terapia social practica 1a aceptación radical, es anti-interpretativo y anti-explicativo (y muy practicable en 1a vida de cada día).
La rabia de Janice conmigo provenía de su miedo de que si yo 1e fallaba, ella no tendría otro 1ugar a donde acudir. Se estaba relacionando conmigo como quien yo era en su vida, desde su punto de vista. No interpreté, o intenté explicar lo que estaba diciendo. Yo lo acepté y también a su rabia.
Janice vino a verme poco despues de que comenzó a salir con Howie, un paciente mío que me había sido referido por un conocido común. Howie se convirtió en mi paciente cuando tenía cerca de 18 años y todavía vivía con sus padres. Tuvo una niñez muy infeliz. Había sido muy grande para su edad y su familia y otras personas lo trataban como si fuera un toro en una tienda de cristal, gordo, torpe, estupido; un bravucón. No tengo dudas de que se convirtió en un bravucóri. porque hicieron que é1 se viera como tal. Cuando vino a terapia estaba teniendo muchas peleas con sus padres. Un motivo para discutir era si debía ir o no a 1a Universidad, no 1e había ido muy bien en e1 bachillerato y no estaba particu1armente interesado en continuar estudiando. Lo que rea1mente quería era tener un trabajo en diseño gráfico; era muy bueno en este tipo de trabajo. Yo lo apoyé a tomar 1as decisiones que quería tomar: se mudó del apartamento de sus padres, encontró trabajo en una firma de diseño. Ambos fueron buenos avances.
Howie y Janice se conocieron cuando él ya tenía cerca de un año en terapia conmigo. Vinieron juntos a terapia unas cuantas veces. Entonces Janice decidió dejar al terapeuta que había estado viendo por un ano y comenzo la terapia conmigo. Eventualmente, cada uno estaba en terapia individual y en terapia de grupo conmigo, en cierto momento también estuvieron en terapia como pareja.
La familia de Janice era de una clase social más alta que la de Howie, pero, como él, ella también había tenido una niñez infeliz. Fue sometida a abuso sexual por su padre y estaba separada de su familia desde el punto de vista emocional. Se comportaba como alguien que está emocionalmente perturbado. Por su parte Howie meramente era muy infeliz.
Cuando conocí a Howie y a Janice eran incapaces emocionalmente de vivir muy bien; ninguno de los dos sabía cómo. Se encontraron entre sí y a la terapia social casi al mismo tiempo. Ahora tienen más de 35 años y llevan juntos una vida muy buena. Pienso que no es injusto decir que Howie y Janice crecieron de nuevo en la terapia social. Tomó un largo tiempo. Pero eso no es tan sorprendente; después de todo, ellos habían pasado 17 ó 18 años totalmente inmersos en ambientes que eran emocionalmente (y en el caso de Janice, físicamente) abusivos, no-nutritivos y carenciados.
Como adultos ya no reaccionan de forma pasiva a una vida determinada y definida para ellos por sus padres y otras figuras de autoridad; se encuentran inmersos en la actividad de crear sus vidas de acuerdo a como son ellos y a como estan evolucionando. Howie es muy exitoso, es dueño de su propia firma de diseño y disfruta su trabajo. Janice siempre ha tenido problemas con su carrera, y todavía los tiene. Es profesora, pero nunca ha querido (verdaderamente) enseñar; trabaja en una librería. Recientemente tuvieron un bebé -algo que Janice quería desde hace mucho tiempo y de lo que Howie no estaba tan seguro (ellos hicieron años y años de trabajo muy intenso en terapia para ver si se convertían en padres y cómo hacerlo), ahora los dos están muy felices con el bebé -una niña-. Están planificando tener otro hijo. Pienso que van a ser muy buenos padres.
Estas son personas que crecieron para ser anormales, desdichadas. Ese era el camino emocional al que se dirigían. Janice era una suicida. Creo que posee una testarudez, una rebeldía anti-autoridad que pudo haber hecho posible que se suicidara. Aún hoy, el trabajo con Janice nos lleva de nuevo a su abuso sexual cuando era niña y al impacto emocional que esto sigue teniendo en ella. En particular, hemos trabajado sobre cómo su dificultad para perdonar (aunque entendible) tiende a dejarla vulnerable, con dolor y muchas veces le hace ser ruin en su comportamiento hacia aquellos a quienes ama.
Howie fue profundamente frustrado en sus necesidades afectivas y emocionalmente carenciado. Un tema recurrente en su terapia es su humillación, al ser equiparado con un tonto grandote. Pero ha progresado mucho en esto. Es amoroso, afectuoso -particularmente para los parámetros de hombría de nuestra cultura-. Puede ser, y ha sido, abusivo con Janice. Pero se ha comprometido a trabajar en ello, atravesarlo y salir de ese comportamiento.
Existen millones de jóvenes americanos que son como Janice y Howie eran hace 18 años. En esa época nadie hubiese podido imaginar o predecir que los dos tendrían éxito, como ha ocurrido, ai llevar una vida normal y satisfactoria para ambos. Viven confortablemente, tienen amigos, se preocupan uno del otro y del bebé. Son gente agradable. Más importante y con mayor precisión, se puede decir que son un hombre y una mujer quienes están haciendo. cosas agradables juntos.
Pienso que mucha gente se engancha a veces en si ellos y otra gente son agradables o desagradables y permiten que ese juicio les predetermine qué harán unos con otros. Creo que funciona de otra forma. Es lo que la gente hace junta, su actividad, lo que importa. Dele a la gente una pistola y póóngala en un ambiente llamado guerra y, probablemente, hagan cosas horribles. Dele a la misma gente unos juguetes y póngala en un parque con un grupo de niños y lo más probable es que todos pasen un buen rato.
El enfoque de la terapia social le ha permitido a Howie y a Janice aprender cómo construir un ambiente de vida en el cual pueden ser generosos uno con el otro, que es lo que les permite a ambos crecer. ¿No es su historia un caso común de crecimiento? Usted se preguntara.: ¿No les habría ido mejor a Janice y Howie sin la terapia social? Para mí la respuesta parece ser, sencillamente, no. Porque ellos estaban emocionalmente encasillados como mucha gente. Igual que aquellos niños quienes están encasillados y etiquetados intelectualmente desde una edad muy temprana y cuya inteligencia permanece sin descubrir, a menos que se les dé la oportunidad de expresarla; Howie y Janice necesitaban practicar la normalidad emocional para poder salir del encasillamiento.
Vera es una mujer de un poco más de cincuenta años, quien vino a terapia social par un breve período de tiempo hace como un año, poco después de que su marido tuviera un ataque al corazón y muriera. Algunos de los amigos de Vera pensaron que ella no estaba manejando bien su duelo. Le advirtieron que si no lo hacia de la forma correcta, la muerte de Bill le pegaría seis meses después. Sus amigos tuvieron éxito al asustarla, así es que vino a la terapia social a buscar ayuda por un corto período de tiempo.
En las primeras tres sesiones de terapia, Vera me contó su vida. Durante veintiocho años ella y Bill habían tenido un buen matrimonio, mas no perfecto. Habían construido juntos un negocio de arte exitoso. Vera era muy apegada a su hijo Paul, quien se había metido de lleno en el negocio cuando Bill murió y se había asegurado que éste continuara fluidamente. Vera siempre había tenido una vida social muy activa, lo que no había cambiado. Se dedicaba a pintar y le encantaba. Estaba muy entusiasmada con hacer un viaje a Canadá, que había comenzado a planificar con Bill y algunos amigos muchos meses antes. En otras palabras, Vera había continuado con su vida normalmente.
Echaba mucho de menos a Bill, pero no estaba devastada. Sus amigos no podían entender esto.
Sus amigos tampoco podían entender su matrimonio cuando Bill estaba vivo. Vera y Bill habían vivido una vida bastante independiente uno de otro. Con los años habían descubierto una forma de permanecer juntos (algo que ambos querían) lo que suponia que cada cual fuese lo que era, en vez de actuar los roles normales de Esposo (con E mayúscula) y de Esposa (también con E mayúscula). Cuando Vera y yo hablamos nos parecía a ambos que ella estaba bien. No estaba negando ni reprimiendo nada, como sus amigos psicologos aficionados, imaginaban. Ella simplemente no era dependiente de Bill de la manera como sus amigos eran dependientes de sus esposos(as). No necesitaba comportarse como una Viuda así como no necesitó comportarse como una Esposa. Y no había razón para pensar que ella, de repente, se paralizaría o agobiaria por el dolor si no se dejaba llevar por la pena ahora. (Después de cuatro meses, justo antes del viaje a Canadá, Vera vino a una consulta de seguimiento y todavía se estaba sintiendo bien).
Al igual que Vera, Gordon vino a la terapia social por un breve período de tiempo. Como ella, su motivo para desear ayuda tenía que ver con la manera como estaba llevando su duelo. Pero sus situaciones eran muy diferentes. Hacía seis meses la esposa de Gordon -Norma- había sido asesinada cuando ocurrió un asalto a la joyería donde había ido a comprar una correa para reloj. Desde entonces Gordon, diseñador de muebles, no podia funcionar. No podía parar de llorar, me dijo. Cuando lo animé a hablar acerca de lo que su matrimonio había significado para él y lo que él y Norma habían hecho juntos, Gordon solamente podia hablar acerca de que ella estaba muerta y lloraba.
Le sugerí que la relación con Norma podría continuar creciendo a pesar del hecho de su muerte. Sin que sorprenda, Gordon pensó que yo estaba loco: “¡muerta está muerta!”. Desde la perspectiva de la terapia social, sin embargo, el hecho de la muerte es otro hecho de la vida, y como tal, no es solamente un motivo de dolor sino un material de construcción; es algo que puede ser usado en el proyecto continuo de vida de crear con lo que haya a mano -aun con una muerte trágica-.
En el transcurso de tres sesiones más, Gordon y yo comenzamos a explorar lo que él había aprendido en su relación con Norma y cómo podía usar ese aprendizaje para construir sus relaciones con otra gente, de una manera que fuese una ayuda para evolucionar. Eso, a su vez, transformaría -y desarrollaría su relación con su esposa muerta. Por ejemplo, una de las cosas de las que conversamos fue que le permitiera a sus amigos entrar en el mundo privado de su matrimonio, como una manera de dejarlos entrar en su vida. Así mismo, se trató de lo que esto significaría para Gordon, un hombre algo aislado, dadas sus opiniones y presunciones.
Gordon decía que se sentía avergonzado por no ser capaz de manejar la muerte de Norma -de ser lo que él denominaba tal fracaso. En su primer matrimonio y con sus amistades siempre había sido el fuerte, la persona en quien todo el mundo podía apoyarse. Norma había sido la persona a quien el acudia por ayuda. Acercarse a sus amigos y pedirles apoyo en estos momentos desafiaba su comprension de sí mismo, su identidad como hombre.
Al aceptar el reto, Gordon decidió pedirle a un buen amigo venir a trabajar con él en su estudio, de tal manera de no estar solo si de repente se sentía agobiado por el dolor, incapaz de agarrar un lapis o de hacer una llamada telefónica, como le pasaba a menudo. Por la misma razón, aceptó una invita- cion (que antes había declinado) de su hermana y su cuñado para pasar con ellos y sus niños tanto tiempo como quisiera. Al utilizar el enfoque de la terapia social organizó su vida totalmente con el fin de tener el apoyo necesario para comenzar a crecer de nuevo.
Amy es una mujer de cerca de treinta años de edad, corredora de bolsa, que ha estado casada por un año con Jon, ingeniero civil. Ambos son muy exitosos en sus trabajos. Amy vino a terapia porque estaba teniendo desmayos -se encontraba a sí misma en vecindarios desconocidos a la media noche, sin saber cómo había llegado a ellos e incapaz de recordar nada acerca de cómo había pasado las primeras horas de la noche-. Mientras tanto, Jon estaba en la casa desesperado y luego furioso cuando ella regresaba alas tres, cuatro o cinco de la madrugada, desaliñada y ebria. Amy pasó la primera sesión contándome acerca de estos grotescos incidentes, los cuales habian comenzado muy poco después de su matrimonio. Cada vez eran más frecuentes y ella y su esposo estaban muy preocupados. De acuerdo con Amy, los incidentes estaban echando a perder lo que, de otra forma, era una vida maravillosa.